domingo, septiembre 23, 2007


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Hace unos días se cumplieron 6 años de los atentados a las torres gemelas, y lejos de que el mundo se convierta en un lugar más seguro, por el contrario se siguen multiplicando los muertos en ambos bandos. Por supuesto siempre son más los daños donde hay gente más vulnerable.

Pero lo que realmente mueve la industria de las balas y de la sangre es por supuesto el dinero. Hubo millones de dólares que cambiaron de manos en las bolsas de valores unas horas antes de los ataques, personas que sabían que sucedería "algo". Y muchos millones más después de los ataques en labores de reconstrucción, sistemas de seguridad, y claro: en armamento.

Lo que resulta inaudito es que pocas manos puedan mover al mundo, y que tantas personas nos sigamos tragando las historias imposibles que nos recetan en la televisión. Eso demuestra que estamos aún lejos de ser una clase animal inteligente: no hay explicación de que se siga permitiendo que el dinero se acumule en esos grupos poderosos y que a cambio mueran personas que son inocentes. Esto no es cliché, son tan inocentes los soldados que son asesinados o que se suicidan por la angustia, como los habitantes iraquíes que mueren por errores tácticos.

Ojalá pudiéramos decir que estamos en el mismo nivel que el resto del reino animal, pero con los recursos que nos diferencian (inteligencia, habilidad, etc.) eso nos pone en una posición de raza estúpida y apática.
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