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Nunca como ahora el desengaño, la suspicacia, operaron tan eficazmente como creadoras de una realidad más potente que esa funesta irrealidad que surge de nuestro mundo mediático y bursátil, esa irrealidad tan demencial a la que encima —ya son ganas de equívocos— llamamos realidad.
Enrique Vila-Matas
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Nunca como ahora el desengaño, la suspicacia, operaron tan eficazmente como creadoras de una realidad más potente que esa funesta irrealidad que surge de nuestro mundo mediático y bursátil, esa irrealidad tan demencial a la que encima —ya son ganas de equívocos— llamamos realidad.
Enrique Vila-Matas
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