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* The Ox-Bow Incident (1943, William Wellman)
* Yellow Sky (1948, William Wellman)
Fijense que hay un ejercicio muy lúdico e interesante al degustar vinos; consiste en comparar dos vinos de características semejantes, contemporáneos, de una misma cepa o alguna parecida; dos vinos en dos copas e ir encontrando sus coincidencias y sus contrastes. Por eso me parece un acierto el degustar dos películas y así identificar y apreciar las virtudes de cada film.
De Yellow Sky resalto la gran fotografía: la serenidad para mostrar con amplitud el entorno: el paisaje desértico en la travesía para huir, el pueblo abandonado casi en la ruina, y luego el oasis y el pedregal del cerro donde se desarrolla y se resuelve la historia. Los días claros casi incandescentes hasta las noches donde los personajes se mueven en los claroscuros de la noche y -presumo- la luz de la luna. Deliciosos contrastes.
Aunque pudiera parecer sencilla la trama, a mi se me ha ocurrido una analogía ajedrecística, y claro, la aparente desventaja de un rey, una dama y lo que yo llamaría una torre (el oro oculto en la mina), termina por imponerse a seis piezas desarticuladas, quizá peones, alfiles y caballos en desorden. Al final la reivindicación de los desposeídos que terminan con parte del botín y nada menos que con la chica. Al final, feliz, hasta ocasión hubo para regresar el dinero del robo.
Como en literatura, también en cine: una gran narrativa (estilo, fotografía) puede solventar una trama sencilla. Es el caso de Yellow Sky.
The Ox-Bow Incident es una película más compleja, redonda y demoledora. El infierno en un escampado a mitad de la montaña. Hora y quince de sinsentidos: un Estado insuficiente o inexistente, una turba insensata, y para redondear la tragedia: una democracia retorcida, una democracia imbécil.
Suscribo, toda sociedad tiene su Western. Una justicia lenta y torpe que rivaliza con la velocidad y lo miserable del rumor. La cordura tan endeble, encarnada por personas ninguneadas por la mayoría; esa mayoría formada por farsantes seudo héroes, por bravucones, por arribistas... Me ha sido inevitable relacionarla con Mystic River (2003, Clint Eastwood).
Sirva para vernos en el espejo. En The Ox-Bow Incident tres inocentes en su justa realidad: indefensos y en el extremo de lo irremediable: muertos.
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* The Ox-Bow Incident (1943, William Wellman)
* Yellow Sky (1948, William Wellman)
Fijense que hay un ejercicio muy lúdico e interesante al degustar vinos; consiste en comparar dos vinos de características semejantes, contemporáneos, de una misma cepa o alguna parecida; dos vinos en dos copas e ir encontrando sus coincidencias y sus contrastes. Por eso me parece un acierto el degustar dos películas y así identificar y apreciar las virtudes de cada film.
De Yellow Sky resalto la gran fotografía: la serenidad para mostrar con amplitud el entorno: el paisaje desértico en la travesía para huir, el pueblo abandonado casi en la ruina, y luego el oasis y el pedregal del cerro donde se desarrolla y se resuelve la historia. Los días claros casi incandescentes hasta las noches donde los personajes se mueven en los claroscuros de la noche y -presumo- la luz de la luna. Deliciosos contrastes.
Aunque pudiera parecer sencilla la trama, a mi se me ha ocurrido una analogía ajedrecística, y claro, la aparente desventaja de un rey, una dama y lo que yo llamaría una torre (el oro oculto en la mina), termina por imponerse a seis piezas desarticuladas, quizá peones, alfiles y caballos en desorden. Al final la reivindicación de los desposeídos que terminan con parte del botín y nada menos que con la chica. Al final, feliz, hasta ocasión hubo para regresar el dinero del robo.
Como en literatura, también en cine: una gran narrativa (estilo, fotografía) puede solventar una trama sencilla. Es el caso de Yellow Sky.
The Ox-Bow Incident es una película más compleja, redonda y demoledora. El infierno en un escampado a mitad de la montaña. Hora y quince de sinsentidos: un Estado insuficiente o inexistente, una turba insensata, y para redondear la tragedia: una democracia retorcida, una democracia imbécil.
Suscribo, toda sociedad tiene su Western. Una justicia lenta y torpe que rivaliza con la velocidad y lo miserable del rumor. La cordura tan endeble, encarnada por personas ninguneadas por la mayoría; esa mayoría formada por farsantes seudo héroes, por bravucones, por arribistas... Me ha sido inevitable relacionarla con Mystic River (2003, Clint Eastwood).
Sirva para vernos en el espejo. En The Ox-Bow Incident tres inocentes en su justa realidad: indefensos y en el extremo de lo irremediable: muertos.
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